David volvía a casa tras una semana larga de trabajo. En lo único que pensaba era en volver con Laura, poder besarle, mirarle directamente a los ojos, decirle cuanto la quería, desnudarla poco a poco y hacerle el amor con tanta pasión que algún vecino se escandalizase al oírlo por el patio interior al que daba suapartamento. Su trabajo, su maldito trabajo, como él lo llamaba, le hacía pasar de vez en cuando semanas enteras fuera de su casa, viajando a otras Comunidades Autónomas. Pagaban bien al fin y al cabo, así que tenía que resignarse a esos viajes que a él le resultaban eternos…Esta vez consiguió terminar unas horas antes de lo previsto y así cambiar el billete de avión para volver a casa. Bendito puente aéreo, pensó…
Una vez en el Aeropuerto de Barajas, se limitó a buscar la máquina de ramos de flores que había visto a la ida, rosas rojas, las preferidas de ella, fueron la elección. Sacó su bolígrafo y escribió una pequeña dedicatoria…Fue en busca de un taxi mientras calculaba lo que tardaría en llegar a casa, veinte minutos aproximadamente si el ajetreado tráfico de Madrid no se lo impedía. Era perfecto, ella haría tan solo diez que habría llegado a casa de su trabajo.
Ya en la cola para coger su taxi, llamó por teléfono a Laura.
– ¡Hola cariño!
– Hola cariño, ¿Qué tal el día?
– Uf, mejor ni contarte… Lo de siempre, clientes impacientes, cabreados, pidiendo descuentos cual mercadillo ambulante… ¡Que esto es la calle Goya por favor!
– Jajajaja, imagino… Con lo fácil que es ir con una sonrisa y de buen rollo, nunca entenderán que así será mejor para todos…
– Y que lo digas…
– Lo siento cariño, te tengo que dejar, me toca ir embarcando y en un par de horas estoy contigo.
– ¡Perfecto! Yo estoy recogiendo ya todo y voy para casa. Te espero allí¡Ven pronto!
– Sacaré mi bolígrafo de tomar notas y amenazaré al piloto con él para que le pise a fondo… ¡Te quiero!
– Jajajaja, que tonto eres a veces… Yo también ¡Hasta ahora!
Todo iba según lo previsto, Laura no había sospechado ni lo mas mínimo que David llegaría antes para darle una sorpresa…
Llegó al portal número 13 de aquella calle, llevaban viviendo en esa casa unos nueve meses y todo marchaba como la seda. Había amor entre ellos, la ilusión estaba presente en cada tarea que emprendían juntos, una llama se encendía cada vez que sus miradas se encontraban, eran la pareja perfecta, tanto para ellos mismos como para cualquiera que los observara.
Subió las escaleras ya que no merecía la pena el ascensor, tan solo un tramo de escaleras y un par de pasillos le separaban de su casa, giró hacia la izquierda y a unos diez metros volvió a girar, esta vez hacia la derecha.Justo cuando dobló la esquina, algo le obligó a detenerse. Al fondo del pasillo se encontraba su destino, la puerta número 1. Sin embargo pudo observar una leve luz que salía de la puerta vecina a su casa, la cual se encontraba entreabierta. Había algo en todo aquello que no le encajaba. En aquel piso no vivía nadie, sabía que la propietarialo había puesto en alquiler, pero debido a que ella no se dignaba a bajar el precio, aun seguía inhabitado… Aun así aquello no era lo que no le encajaba. El ambiente estaba enrarecido, sintió como si la atmósfera de aquél pasillo fuera diferente, mas pesada…
Su primer instinto fue accionar el interruptor de la luz que se encontraba a su lado, sin resultado alguno. Al girarse hacia su espalda, pudo ver que si había luz detrás suya. Estupendo, se ha fundido… pensó.Sin saber realmente porqué, camino lentamente hacia su hogar, sin poder dejar de mirar la puertaentreabierta de su posible nuevo inquilino.
A mitad del camino un ruido le sobresaltó. Era leve, casi imperceptible, pero pudo saber de donde provenía. Del principio del dichoso pasillo.Volvió bruscamente su rostro hacia el sonido y tras un segundo pudo ver como, poco a poco, unos dedos sobrehumanos extremadamente largos, comenzaron a asomar aferrándose a la esquina. Algo tras aquella pared se agarraba lentamente a la pintura, clavando las uñas con fuerza, sin prisa alguna. Entonces asomó otra mano, y otra mas, y otra mas. Seis manos pudo llegar a contar mientras los largos brazos a los que pertenecían comenzaban a asomar, sin que el resto del cuerpo apareciera aun. David con pasos lentos y vacilantes retrocedía a lo que creía su salvación, su casa. No tuvo tiempo de percatarse de qué ocurrió realmente cuando algo le agarró. Antes de que pudiera volverse hacia la izquierda, unos brazos tan largos como los que pudo ver en aquella esquina le atraparon, surgiendo de la leve luz de la puerta vecina entreabierta arrastrándolo hacia su interior. La puerta cerró de un fuerte golpe.
Tres meses mas tarde, Ángela, la vecina de Laura y David llamó a su puerta.
– ¿Qué tal estás? – El rostro demacrado de Laura denotaba largas noches sin dormir, sus ojos hinchados indicaban que sus lágrimas no hacía mucho que habían asomado recorriendo sus mejillas.
– Lo llevo como puedo…
– ¿Sin ninguna noticia?
– Nada, su familia no sabe nada de él, la policía se ha dado por rendida… Lo único que se sabe es que cogió un taxi hacia este mismo portal, pero nunca llegó a cruzar la puerta…
– Verás… No se como decirte esto, pero…
El silencio que se hizo presente en el umbral de su puerta se hizo eterno…
– ¿Qué pasa?
– He encontrado esto en mi piso, no sé cómo ha llegado hasta aquí, no sé cómo explicarlo, nadie tiene las llaves excepto yo, pero…
– Que es lo que pasa ¡Dímelo ya! – la impaciencia debido a la falta de sueño, a la desesperación de no saber que es lo que podía haber pasado con David, invadía cada rincón de su cuerpo…
– Verás… Este ramo de rosas estaba encima de la mesa del salón… – Dijo sin mas dilación, ya que no pudo ocurrírsele nada acertado en aquella situación para decir.
Laura tomó el ramo de flores y lentamente, temiéndose lo peor, cogió y leyó la dedicatoria escrita al parecer a toda prisa, como improvisada en un minuto:
“Te he echado muchísimo de menos cariño! He pensado mucho y… ¿Quieres casarte conmigo? – Siempre tuyo: David”
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